sábado, 30 de junio de 2012

España y los "Seleccionadores"

Hace poco, leí en la revista online Jot Down, una maravillosa entrevista a Jorge Valdano, realizada por mi admirado Enric González. En ella, parafraseaba al Gran Alfredo Di Stéfano: "para destruir sólo hace falta un martillo y para construir hace falta mucha inteligencia y esfuerzo".

A base de inteligencia, esfuerzo, y por qué no decirlo, de aguantar todas las críticas habidas y por haber, Luis Aragonés construyó La Roja. No sólo se inventó el término, ya que, aunque muchas hinchadas de otros países utilizaban la tonalidad de las camisetas de sus selecciones como arenga para animar a los jugadores que les representaban ("les Bleus" en Francia, la "Azzurra" en Italia, o la "Albiceleste" en Argentina), a España la conocíamos simplemente como "La Selección". Eso no fue relevante. Al fin y al cabo, hubo una época en la que les llamaban "La Furia Roja". No hay tanta diferencia entre ambos términos, si acaso un matiz.

Sin embargo, Luis le dio algo que hasta entonces no tenía: Un estilo. El Tiki Taka que pregonaba Andrés Montes. El ansia por poseer el balón y manejarlo a su antojo. El tejer una tela enmarañada de pases cuyo destino era, más pronto que tarde, perforar la portería contraria. El presionar lo más arriba posible para robar el balón cuanto antes, y en una posición ventajosa. Un sistema infalible, tanto ofensiva como defensivamente, ya que los nuestros atacaban siempre, y los contrarios ni siquiera olían la pelota. La guinda del pastel llegaba siempre en los últimos veinte minutos del partido, cuando el rival se convertía en un ejército de zombies incapaz de moverse sin sufrir una arritmia muscular. Luis no fue el primero en ponerlo en práctica, pero sí el pionero en utilizarlo para el combinado Nacional. Para ello tuvo que romper con todo lo establecido, dejando fuera a gente que, hasta entonces, era intocable. Una vez que llegaron a la Eurocopa de Austria y Suiza en 2008, el sistema explotó.

La segunda parte de la semifinal que jugó España contra Rusia, es la mayor exhibición de juego que ha visto el fútbol internacional desde los tiempos de la Brasil de Tostao, Jairzinho, Pelé y compañía. Hay quién dice que la mayor que han visto en su vida, y a todos los niveles. La final contra Alemania, a pesar del corto resultado (1-0), fue otro espectáculo de similares dimensiones.

Muchos se esfuerzan en remarcar que el juego de España le debe mucho al estilo del Barça. No les falta razón. Pero hay que puntualizar un aspecto que muchos han olvidado (o han pretendido olvidar). Fue Luis Aragonés quien, pese al clamor popular (del que reconozco formé parte), que insistía en la necesidad de volver a convocar a figuras madridistas que habían hecho más méritos aquel año que los Iniesta, o los Xavi (no olvidemos que el Barça acababa de perder la liga de forma lamentable), decidió seguir puliendo su estilo, y el desarrollo de éste dependía de esos locos bajitos del Barça. Luego llegó Guardiola al banquillo culé, explotando muchas de las perlas que había en la Masía. Y arrasó.

Vicente del Bosque, que después de la marcha de Aragonés, asumió el cargo de seleccionador con afán continuista (no era de extrañar, puesto que el juego de toque fue su sello durante los años en los que entrenó al Real Madrid de los Zidanes y Pavones), se benefició de esto. A las ya consagradas figuras de Xavi, Iniesta y Puyol, sumó la de Piqué, y sobre todo, la de Busquets, que se convirtió en uno de los ejes inamovibles de su planteamiento. De hecho, la medular compuesta por el propio Sergio y Xabi Alonso, fue la única variante que Del Bosque aplicó al estilo creado por Luis, que gustaba de jugar con un solo pivote.

Siendo fiel a su nueva versión, la de La Roja, y reforzada por las nuevas incorporaciones barcelonistas, España consiguió proclamarse campeona del mundo en Sudáfrica. Pero, para ser justos, el Barça le debe tanto a la Selección Española, como la Selección Española al Barça. Y si no, que se lo pregunten a Xavi.

Quizá por esta razón, vitaminada mediante el periodismo amarillista que reina en la Nación, donde impera el bipartidismo deportivo (o eres del Barça, o eres del Madrid), han surgido varias corrientes contrarias a ciertos aspectos del juego que despliegan nuestros seleccionados. Es verdad que en esta Eurocopa 2012, el ataque del combinado español ha tenido menos fluidez, y sobre todo, menos mordiente, que en otras ocasiones. No por ello ha perdido efectividad. El tiki taka sigue matando suavemente a sus rivales, que acaban los partidos agonizando hasta que los de Del Bosque dan el toque de gracia. Pasó contra Croacia, y sobre todo contra Francia, que no fue un enemigo a la altura del conflicto de los cuartos de final. Pero en semifinales, Portugal se mostró inmune al embrujo de La Roja durante los noventa minutos reglamentarios. Y cuando por fin, bien entrada la prórroga, cedió al dominio Español, a estos no les dio tiempo de clavar la puntilla. La suerte de los penaltis se decidió por nosotros. Pero estuvimos cerca de caer.

Lo cierto es que, la decisión de Del Bosque de no jugar con un delantero centro fijo, para dar cabida a la mayor parte de los extraordinarios centrocampistas que tiene en plantilla (aparte de los ya mencionados están Silva, Cesc, y Mata como suplente de auténtico lujo), está trayendo de cabeza a más de un "seleccionador". Y digo esto, porque como es sabido, en España hay 45 millones de entendidos en fútbol, ídem de seleccionadores.

En el resto del mundo, comienzan a llamar al estilo futbolístico patrio el "toquenaccio", aludiendo al aburrimiento de su propuesta, puesto que acapara toda la posesión del balón, y ni marca goles, ni deja marcarlos. La verdad es que esta es la peor versión de España desde que Luis la reinventara hace unos años. Pero no creo que se deba a un factor exclusivamente propio. Ya en el mundial de Sudáfrica, se pudo ver que la Selección Ibérica tenía tremendos problemas para adelantarse en el marcador. ¿Cómo no iba a tenerlos, si todos los combinados con los que iban encontrándose, eliminatoria tras eliminatoria, formaban defensa militarmente en torno a su propia área?

La diferencia en aquellos casos la marcó el goleador histórico de nuestra selección: David Villa. Si Xavi e Iniesta son los creadores de la magia de este equipo, Villa es su ejecutor. El hombre decisivo por excelencia. Siempre que un partido se atascaba, aparecía el Asturiano para dejar las cosas en su sitio. Cuando no era el autor del único gol del encuentro, lo que conseguía era marcar el primero, y de ese modo, dar paso a la tranquilidad de sus compañeros. Esto es algo que hace diferente a la Roja de otros equipos: Que la tranquilidad de un resultado favorable no la hace más débil, sino más peligrosa. Mucho más peligrosa. Porque es entonces cuando los Magos comienzan a tejer la telaraña mediocampista con tino, con paciencia asesina, hasta rematar la faena. Y si no la rematan, ofrecen un espectáculo digno de los dioses, capaz de frustrar los sueños de sus enemigos, que acaban siendo como el toro que embiste con furia desatada, sin comprender por qué, de repente, se encuentra en esa plaza llena de gente, burlado por un extraño Ser de andares gráciles y destellos brillantes.

Pero Villa no consiguió recuperarse de su lesión en la tibia. Y, perdónenme los atléticos (que lo defienden aún cuando hace años que abandonó el equipo colchonero), Torres no es Villa. Es un gran jugador. Pero no es tan decisivo. Mientras que el de Tuilla apenas necesita media oportunidad para marcar gol (y lo de "media" no es retórica, para muestra un botón), Torres necesita, como mínimo, cinco o séis. Y ojo, que cuando están juntos, no hay pareja más peligrosa. Torres hace todo el trabajo sucio de abrir espacios para que Villa reviente las porterías, pero como "Nueve" único de la selección, no está siendo tan incisivo. Cesc, jugando menos minutos que él, ha marcado los mismos goles, y encima ha dado una asistencia.

Y esto lo recalco para que los "seleccionadores" que critican a Del Bosque la no utilización de un "Nueve" puro reflexionen. Lo cierto es que, lo admitan o no, España siempre jugó mejor en esta Eurocopa con los mediocampistas en la cancha. Sí, con el cacareado y denostado "Falso Nueve". Tuvimos tantos problemas para marcar gol con Torres en pista, como con Cesc en su posición, con la diferencia de que entonces jugaban mejor. Lo único que habría que reprocharle a Del Bosque es que no utilizara más las bandas, ya que la mejor versión de la selección, los quince últimos minutos de la prórroga contra Portugal, fue con Pedro y Navas en los extremos.

También habría que reprocharle cierta falta de garra en su propuesta (y esta es otra de las razones por las que la comparación con el Barça me chirría). No se entiende por qué en esta Eurocopa los jugadores no están presionando más arriba a sus contrarios. Es una parte esencial de este sistema, robar el balón lo antes posible y en la posición más adelantada que puedan (ya lo dijimos antes). Para poseer la pelota hay que robarla. Tuvimos suerte en la fase de grupos, y en cuartos contra Francia, que nos la cedieron gratis. Pero cuando Portugal se presentó en el Donbass Arena con el propósito de disputarnos la posesión de balón, tuvimos serios problemas, porque no existió esa presión arriba.

No obstante, nada de eso puede servir como excusa a las críticas desproporcionadas de los "seleccionadores" de nuestro País hacia el verdadero Seleccionador (con mayúscula y sin comillas), Vicente Del Bosque. No sé cómo acabará esta Eurocopa. No sé si España, por fin, nos ofrecerá su mejor versión, o si Italia nos pasará por encima con su reluciente nuevo estilo (que debe mucho al de La Roja). Lo que sí sé es que sería de idiotas utilizar el martillo ahora, cuando, pase lo que pase mañana, tenemos una selección que ha hecho Historia en el fútbol mundial. Una Eurocopa, un Mundial, y una final de Eurocopa, en séis años, es una proeza en el fútbol de hoy en día, donde los ciclos apenas duran tres, o cuatro años (ni siquiera Guardiola, con sus 14 títulos, fue inmune a eso).

Han hecho falta ocho años (desde que llegó Luis, en 2004) de mucha inteligencia y esfuerzo para conseguir esto. Así que, a los del martillo, métanselo por donde les quepa.

viernes, 29 de junio de 2012

España y los aguafiestas


Todos sabemos que éste no es un gran momento para nuestro país. De hecho, yo no recuerdo ninguno peor, aunque gente mayor y más experimentada que un servidor, me recuerda siempre que aquí hubo una guerra, y peor aún, una posguerra, en donde la crisis no era una situación. Era La Situación. Todos estamos perdiendo la esperanza de que esta crisis sea algo pasajero, y cada vez tenemos una mayor certeza (¿o miedo?) de que se va a quedar con nosotros mucho tiempo (y eso que sólo vino para un fin de semana la hijaputa).

Pero antes de que llegara nuestra amiga Crisis, ya en España teníamos que soportar a su prima. Y no, no me refiero a la de riesgo (redoble de batería), sino a su prima más despendolada (por usada): La Demagogia.

Si al cóctel Crisis-Demagogia, le sumas Facebook, o peor, Twitter (en Tuenti lo que está por las nubes no es la Prima de Riesgo, sino el exceso de hormonas) , ya tienes un explosivo de fabricación casera capaz de incendiar todo tipo de "debates". Desde Política hasta sociedad, pasando, como no, a nuestro producto de exportación por excelencia: El Deporte.

He llegado a leer auténticas estupideces en estas redes (y fuera de ellas) sobre el tema. Gente que menosprecia el triunfo de Nadal en Roland Garros aludiendo a su cuenta corriente; o plataformas desvirtuadas que escriben una "Carta Indignada" a Fernando Alonso, como si él tuviera culpa del despilfarro provocado por los políticos que orquestaron la participación de Valencia en las carreras de Fórmula Uno (ya que estás, échale la culpa también al que pone las ruedas, no te jode). Estos ejemplos se quedan en nada, cuando el objetivo de las iras se centra en la Selección Española de Fútbol.

Es cierto que los jugadores que componen el equipo nacional cotizarán sus primas fuera de España. Es cierto que la celebración de la Eurocopa coincide sospechosamente en el calendario con reuniones decisivas para el futuro de la Comunidad Europea, y en concreto de éste nuestro país. El miércoles por la noche, al ojear la edición digital de los periódicos generalistas nacionales, comprobé con estupor cómo la información que cubría la victoria de España sobre Portugal ocupaba toda la zona superior de la página (la primera que el lector ve, nada más acceder a la web). Tuve que darle a la ruedita del ratón para poder leer el primer titular de información general, que hablaba de un suceso económico relativo a Bankia. Es cierto, el fútbol es parte del circo con el que intentan distraer nuestra atención sobre temas importantes.

Ahora, que te creas tan soberanamente inteligente como para pensar que eres el único que se da cuenta de esto, es para darte, como mínimo, un par collejas. Para que espabiles. Es más, que seas tan estúpido como para creer que tú y los que publican gilipolleces criticando a quienes seguimos esta Eurocopa, estáis un peldaño por encima de nosotros en lo que a conciencia social se refiere, cuando lo único que habéis hecho por solucionar esta Crisis es curraros un bonito estado de Facebook, una frase de menos de 140 caracteres, o una foto retocada en dos minutos con photoshop; clama al cielo.

Y está muy claro que el patriotismo barato de pseudoperiodistas como Tomás Roncero no ayuda a que este país esté más unido. Pero por favor, dejadnos disfrutar. Si no queréis hacerlo vosotros, iros a vuestra puta casa, a leer algún libro de ese escritor del que tanto presumís, pero del que en realidad nunca leísteis un libro entero. O juntaros todos, en torno a vuestra cachimba con tabaco de manzana, y despotricad de nosotros lo que os dé la puta gana.

Pero dejadnos en paz.

Durante la semifinal de España contra Portugal, puedo decir que lo pasé fatal viendo cómo los lusos apretaban a los nuestros durante todo el partido. Vibré con el juego de La Roja en los treinta minutos de la prórroga. Cuando hubo expirado el tiempo reglamentario, experimenté una montaña rusa de sensaciones con cada turno de penaltis, dependiendo de quién tiraba, de si fallaba o metía, y de si eso beneficiaba o no a mi equipo. Cuando Ramos marcó a lo Panenka, perdí el control de mí mismo, gritando, declarándole mi amor eterno al hombre que, meses atrás, se convirtió en el futbolista más denostado de España, víctima de ese nido de urracas parlanchinas que se hace llamar twitter, merced a (precisamente) un lanzamiento de pena máxima. Finalmente, sentí una alegría inmensa al ver a todos los integrantes de mi selección corriendo hacia Iker y Cesc, que acababa de marcar el gol que nos clasificaba para la final.

¿Y sabes qué? durante cerca de dos horas y media, no me acordé ni un sólo segundo de la maldita situación que estamos pasando. No me acordé de que al día siguiente tenía que levantarme a las siete de la mañana para ir a trabajar, en el entorno menos productivo de la Historia de España. Mi padre, un empresario que, como todos los que no son jefes de multinacionales, está luchando a cara de perro, día sí y día también, para sacar su empresa adelante, fue el hombre más feliz del mundo durante los minutos que duró la celebración del triunfo.

Y como digo, al día siguiente habrá que ir a trabajar. Y si hay que salir a la calle a protestar, y decido que quiero unirme, lo haré. Que sea consciente de lo que está pasando no significa que no tenga derecho a disfrutar del fútbol.

miércoles, 27 de junio de 2012

Carta de Presentación

Quizá "Demonios Interiores" debería haber salido con un post como éste, y no con el Demonio Inicial. Pero no quería empezar de manera tan arquetípica. Prefería arrancar con algo más personal. Aunque si quería ir de original por la vida, ni siquiera tendría que molestarme en hacer esta carta de presentación, sino simplemente seguir escribiendo, entrada tras entrada, hasta realmente definir lo que es este blog, bitácora, paja mental o como quieras llamarle, si has tenido la paciencia suficiente como para leer más de una entrada.

En cualquier caso, ya estoy frente a la pantalla, no es que tenga mucho que hacer (bueno sí, pelar las papas para la comida, pero si me hago el loco mi novia lo hará por mí), ya tengo un párrafo escrito, estoy en mitad de otro, y tampoco es que sea una persona demasiado original que digamos (¿existe una idea menos original que la de escribir un blog?). Así que ya que estamos en faena, no está de más que les cuente un poco qué cosas encontraran en Demonios Interiores que no hallarán en ningún otro blog.

Podría tirarme el pisto y decir que van a ser susceptibles de presenciar una visión de la vida que nunca han conocido, con artículos sobre deportes, series, y cine, con relatos y cortometrajes creados por mí mismo etc... Pero lo único que estaría haciendo es (aparte de vender como fresca una oferta ya de por sí bastante trillada) añadir términos innecesarios para rellenar párrafo.  De hecho, ya llevo tres como el que no quiere la cosa, y no he dicho absolutamente nada... Tendría que plantearme mi futuro como político. Podría trabajar un poco más frases tan descaradamente redundantes como "susceptibles de presenciar una visión de la vida que nunca han conocido" (ni siquiera estoy seguro de que "susceptibles de presenciar" signifique algo), pero no voy mal encaminado.

Lo cierto es que todo lo que puede ofrecer este blog que no puedan encontrar en otro lado se reduce a...

Mí.

He dejado este espacio para ponérselo fácil a los que ya están hartos de leer bloques de palabras divagantes que no llegan a ningún sitio, y que consideran que ésta ha sido la gota que ha colmado el vaso. Pero es que esto es lo que van a encontrar aquí: A MÍ, y por tanto, a MI estilo, a MIS manías, a MIS obsesiones, a MIS cortos, a MI forma de ver las cosas, y en definitiva, a MIS Demonios Interiores. No van a encontrar nada nuevo. Todo lo que vean aquí lo habrán visto en cualquier otro sitio, con la única diferencia de que no era Yo quién se lo ofrecía. Para bien o para mal.

Supongo que, al menos, puedo recomendarles cómo afrontar la lectura de este blog. Pues sí, aunque en realidad sería cómo me gustaría hacerlo a mí si encontrara otro "yo" que tuviera una web parecida (Juan, no te líes a imaginar esta situación, anda, que bastante estás alargando ya esto).

Lo que les recomiendo es que se sienten frente al ordenador, o en su sofá (quizá con su Ipad, o con su móvil), se tomen un buen café mañanero, y simplemente, imaginen que estoy ahí con ustedes, con otro café, charlando. Bueno, que quien dice un café mañanero, dice una cerveza diurna, o un Whisky nocturno (estar tomándote un Whisky tú solo, delante de un ordenador no suena demasiado positivo, más bien suena a acabado, pero oye, que no soy quién para juzgar; sólo te lo comento).

Sólo un aviso para navegantes: Escribo lo que quiero, como quiero, y cuando quiero. Mis temas, mis opiniones y mi lenguaje son mi prerrogativa. Y no sé si habrá entradas cortas, o si serán excesivamente largas. Si entran con la intención de perder el menor tiempo posible, les recomiendo que ni se molesten. A mí me gusta tomar el café tranquilito, disfrutando de su sabor. Unas veces me durará diez minutos. Otras media hora. Y quizá, algún día, una hora. A lo mejor ni me lo termino, fíjate lo que te digo. Mi blog tiene horario flexible (puedes visitarlo cuando a ti mejor te convenga), así que si quieres, puedes tomarte un sorbito un rato, y terminarte la taza cuando te apetezca. Pero por lo que a mí respecta, me lo tomaré con calma. Si me preocupa acabar cuanto antes este post no es porque no quiera hacerte leer mucho, es porque tengo hambre.

Y ahora que lo menciono, tengo unas papitas hechas al estilo Suizo (Guisadas y doraditas con mantequilla) esperándome en la mesa. Ya si tal seguimos en otro momento.

Espero que disfruten.

domingo, 24 de junio de 2012

El Demonio Inicial.


 Intento pensar en cuándo fue el momento en el que todo empezó a torcerse. Retrotraerse al pasado puede ser un ejercicio peligroso. Hay demasiados momentos embarazosos, no por ridículos, o porque lo fueran en su momento, sino por la cantidad de promesas incumplidas y la cantidad de gente a la que has decepcionado. Lo bueno que tiene vivir en presente es el hecho de que simplemente tienes que mirar hacia delante y caminar hacia el futuro para dejar atrás el pasado. Por eso mirar atrás es tan complicado. Porque te ves obligado a detener dicho camino y hacer algo que no siempre resulta sencillo: Reflexionar.

Y es que cuando reflexionas lo haces por una sola causa: Comprender qué cosas hiciste mal para no volver a repetirlas cuando emprendas de nuevo el camino. Ahí está lo complicado. No siempre te sientes con la fuerza de voluntad como para admitir que en ciertas decisiones te equivocaste. Y cuando sí lo haces, te encuentras con algo no menos cierto: En ese momento creías de verdad, con todo tu corazón, que la opción que elegiste era la más correcta. No pensaste en las consecuencias que podía acarrearte. No pensaste que por elegir esa opción ibas a terminar haciendo daño a alguien a quien querías, o a alguien a secas. Y no puedes evitar que se cierna sobre ti una sombra de arrepentimiento.

Porque esa es la razón por la que mirar hacia atrás es tan peligrosa. Tener la tentación de imaginar qué hubiera sucedido de haber hecho una cosa y no otra. Pensar que quizá tu vida sería mejor si hubieras hecho lo "correcto". Eso sólo te puede llevar por una senda: La del dolor, una vez que te das cuenta que lo que pretendes es del todo imposible.

Intento buscar el momento en que las cosas empezaron a torcerse. Mirar hacia atrás sin ira, como decía la famosa frase. Fotografiar con mi mente el primer recuerdo doloroso de mi existencia. Lo triste es que no consigo encontrarlo. Porque eso sólo sucede en las películas. De repente un personaje comprende cuál es la válvula que activa todos sus problemas y lucha por extirparla, casi siempre con ayuda de alguien (su amante, su amigo, etc...), y al hacerlo consigue ser una persona plena y feliz. Y la película se acaba. Ya no nos interesa saber qué ocurrirá el día después del final feliz que nos muestran, porque lo que queremos es salir del cine con una sonrisa en la boca.

No sucede así en la vida real. Al menos no en la mía. No existe una válvula que active todos mis problemas. Si así fuera, no me costaría nada extirparla. Lo que sí existe es una serie de pequeños sensores que van creando demonios a lo largo de todo el camino que voy recorriendo. Unos demonios que se encargan de recordarme de forma insistente que soy un ser humano y que cometo errores. Unas veces, mis éxitos son tan aplastantes que consigo enmudecerles, y otras gritan tan fuerte que es imposible no escucharles. Pero a pesar de que están conmigo sigo adelante.

Quizá escribir estas líneas no me ayude a encontrar cuál fue el primer momento en el que empezaron a crearse estos demonios (quizá nacieron conmigo). Pero sí conseguirá que, al menos, los exorcice.